jueves, 22 de septiembre de 2011

Perros vagos en Valparaíso Un manifiesto de nuestra sociedad





La otrora concepción de nuestros perros vagos  se ha convertido paulatinamente en un problema que trasciende los barrios,  en la medida  en que estos también se ven erosionados por la maquina imparable del crecimiento económico y toda sus  consecuencias.
Ese perro amado por varios vecinos, alimentado en distintas ollas, hoy se convierte  en un sujeto incógnito, temeroso y perseguido en una ciudad que esta blindada contra el cariño… que no sabe de comunidad, con plazas eclipsadas y carentes de niños, hoy por hoy un indicador de estos claros rasgos de decadencia en los paños territoriales…

¡Los perros y su soledad!

Resulta un poco cómico verlos de esta manera, pero ellos  son los indicadores de un concepto urbanístico  que se nos  desmorona el “barrio”.
Reemplazado por espacios inocuos y olvidados que olvidan a la vez  algo más que perros, encerrando en ellos el misterio de la vida   las calles y la desolación de personas que como perros viven, en una geografía urbana que llega al alma cuando se hace conciente.

La humedad y la desolación del barrio puerto, se confunden con el hedor de un mercado Cardonal que adorna de viejas penas las jardineras añosas de un Valparaíso loco de épocas pasadas, entre el aliento agitado de un canino amigo que sencillamente es tan paisaje como la arquitectura ecléctica de esta ciudad, por mucho más calida y con más oportunidades que el gran cañón de cemento del indolente y gigantesco Santiago. 






















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